A solas y
herido por 11 días, el venezolano Carlos Arteaga testifica que Dios lo protegió
milagrosamente en el Amazonas.
La historia de un evangelista venezolano que
sobrevivió hace años atrás un aparatoso accidente de avión en la jungla de Sur
América, ha tocado los corazones de miles en Latinoamérica y Estados Unidos.
Muchos han aceptado a Jesús como su Salvador, otros han recibido sanidad
divina.
Carlos Arteaga señaló que durante su odisea en el
bosque pluvial del Amazonas en el 1999, Dios despachó ángeles para que lo
protegieran de animales salvajes y espíritus demoníacos y le suplió alimentos,
lo que le permitió sobrevivir 11 días hasta que fue rescatado.
"Creo que Dios hizo este milagro no sólo para
salvar mi vida, pero lo hizo para cambiar la vida de muchos y para animar a Su
pueblo", Arteaga, 37, le comentó a Vida Cristiana.
Desde que fue rescatado, se ha recuperado de heridas
que los médicos habían catalogado como fatales. Sí hubo una que le hizo
eventualmente perder la pierna derecha. Arteaga se ha dedicado a compartir su
experiencia.
El 12 de octubre de 1999, Arteaga estaba a bordo de un
vuelo que partía de Ayacucho a Manapiare, ambas ciudades en Venezuela. La
avioneta tuvo problemas con el motor y se estrelló cinco minutos antes de
terminar el corto viaje de 45 minutos.
La nave cayó en la densa jungla del Amazonas, matando
al instante a 5 de los 8 pasajeros a bordo.
Arteaga señaló que él y los otros dos
sobrevivientes--una niña pentecostal de 11 años de edad y un joven bautista de
18--son cristianos. Los dos sobrevivientes más jóvenes no sufrieron heridas
graves. Arteaga sufrió una grave herida en la parte superior de su cabeza y
cortaduras en los brazos y las manos. Otra fuerte herida en la parte baja de su
pierna derecha lo forzó a tener que arrastrarse para moverse.
Después de tres días, se pusieron de acuerdo en que
los chicos irían a buscar ayuda y dejarían a Arteaga con pan para comer
mientras lo rodearon de ramas de árboles para mantener alejados los animales.
Arteaga, quien está casado y tiene cinco hijos, no sabía si iba a poder
sobrevivir, pero continuó pensando en las promesas del Salmo 91.
Poco después que los chicos se fueron, Arteaga dice
que Dios puso un arco iris cerca de donde cayó el avión, lo que él piensa que
milagrosamente previno el hedor de los cinco cadáveres. El avión se estrelló
cerca de un arroyo, lo que le permitió tomar agua.
En adición señaló que Dios le proveyó "una tibia
nube de aire" en los anocheceres que le permitía dormir a pesar del acoso
de los insectos y su miedo a los ruidos de los animales en la jungla. Después
contó que tuvo una visión de Dios despachando una espada desde los cielos para
espantar los espíritus malignos que los estaban atormentando. Dios también
envió dos ángeles que le llevaron comida como carne, pan, ensalada y jugo,
manifestó Arteaga.
Pasados diez días desde el accidente, un grupo de
rescate de nueve personas lo encontró. "Cuando ellos llegaron, vieron el
arco iris, uno de los ángeles y muchos buitres en la cima de los árboles",
recuerda él. "Pensaron que todos habíamos muerto, yo me veía negro por el
sucio y la sangre que se me había secado encima."
Después que el grupo lo cargó en una camilla, los
buitres bajaron para alimentarse de los cadáveres. "El grupo se dio cuenta
que Dios me salvó de manera sobrenatural", señaló él. "Les dije que
el ángel de Jehová estaba a mi alrededor."
Al día siguiente, Arteaga fue llevado al hospital
donde le hicieron nueve cirugías y pasó nueve meses recuperándose. Recibió una
prótesis para reemplazar la pierna derecha que perdió y los doctores le
implantaron una placa de metal en la cabeza y tornillos en los brazos.
"Doce de los mejores doctores en Venezuela
vinieron a verme al hospital y me dijeron que tenían 12 razones por las cuales
yo no debía estar con vida", Arteaga manifestó. "Me dijeron que era
imposible que estuviera rodeado de cinco cadáveres y aún así sobreviviera. Les
dije que en el Salmo 91:3, dice: 'Él te librará del lazo cazador, y de la peste
destructora'."
Para cumplir con el pacto que hizo con Dios desde el
accidente, Arteaga renunció a su carrera como instalador de torres de
televisión y radio para convertirse en un evangelista a tiempo completo. Al año
del accidente, él compartió su testimonio en una plaza de toros frente a unas
14,000 personas, de las cuales 3,800 aceptaron a Jesús.
"No estoy seguro por qué Dios escogió salvarme la
vida", añade Arteaga, quien ha viajado cinco veces a los Estados Unidos a
compartir su testimonio. "El Señor conocía mi pasión por las almas
perdidas, preservó mi vida para cumplir su propósito con mi llamado."
(Eric Tiansay)
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